Kiosko se ha mudado!

Se actualizará la página automáticamente en 6 segundos, de lo contrario visita
http://conceptoradial.blogspot.com
y actualiza tus favoritos.

Una sonrisa maliciosa - PARTE 2

El árbol baobab

Román, mas preocupado que nunca tomó el camino de regreso al laboratorio, tratando de pedirle disculpas al doctor para así sentirse tranquilo y volver a empezar, volver a aprender y olvidar aquel placer que llegó a sentir. No podía ser, un hombre de ciencia no podía comportarse como Román, un hombre de ciencia no pensaría en torturar a los animales de prueba. Así, así simplemente no pensaría un hombre de ciencia.

Subió pronto las escaleras, viendo preocupado que las luces ya estaban apagadas. Rogelio ya se había ido. Se detuvo frente a la puerta, apoyaba su cabeza y pensaba que al día siguiente le explicaría todo a su amigo. Pero por un momento volvió a pensar en el mono. Tomando con su mano la chapa de la puerta, empezó a girarla lentamente, lo hacía por impulso, las mismas ansias le ganaban. La puerta abierta ya, mostraba enfrente al mono, que al momento de ver a Román se dirigió al fondo de su jaula y trató de esconderse, estaba atemorizado.

-No temas amigo, no te haré daño, sólo eres un mono. Los monos no sienten...-

-No temas amigo, no te haremos daño, sólo eres un clon. Los clones no sienten...-

De pronto Román escuchaba esas palabras, era la misma frase que decía, pero... Volteó a ver y lo único que observaba eran unos enormes barrotes que lo aprisionaban en una jaula. Corrió hacia ellos y sujetándolos con fuerza observaba como una luz lo iluminaba, al fondo dos hombres se acercaban.

-Es hora de probar la vacuna, de fallar pasarán años en encontrar otra Julio...-

Román estaba confundido de pronto, no sabía qué estaba sucediendo. Minutos antes estaba acercándose cuidadosamente hacia el mono, ahora estaba dentro de una celda viendo como dos hombres se le acercaban. Observaba aterrorizado la enorme jeringa que sacaba uno de los dos hombres.

-¡No me pueden hacer esto! ¡Soy un hombre!-

Los dos, ambos profesores de prestigiadas universidades, se observaron mutuamente y uno de ellos con una sonrisa maliciosa dijo.

-Cállate. Gracias a clones como tu ya no usamos a los pobres simios...-

Por
Enrique Figueroa Anaya
Productor Kiosko

0 comentarios: