El árbol baobab
Primera de dos partes...
Jardel era un soñador, alguien al que le gustaba siempre aventurarse en mundos distantes, alguien que disfrutaba el adentrarse en los rincones más difíciles de alcanzar en el universo. Jardel era un aventurero, un valiente y un digno representante de su raza, hijo de Gradel y sobrino del también valiente Karpel. Desde chico aprendió a sobrevivir sin las comodidades de la ciudad, era bueno en el uso de las armas y siempre aprendió las debilidades de las distintas especies en el espacio. Su padre le contaba siempre historias fantásticas de sus viajes por el oscuro espacio, su tío le platicaba de los maravillosos tesoros que existen en otros planetas. Ambos coincidían que el aprender de las demás especies era para ellos algo sumamente valioso, algún día Jardel comprobaría lo que le platicaban. Y ciertamente hoy Jardel ha superado las hazañas de su tío y padre, muy a pesar de que su madre siempre se opuso a los riesgosos viajes por el espacio. Pero el joven Jardel siempre tuvo una pregunta, ¿existiría algún ser que le causara pavor entre todas las especies del universo? Estaba el joven aventurero acostumbrado a llegar a un planeta extraño y ser siempre bien recibido, donde las especies mostrarían temor y le llenarían de regalos. Jardel buscaba algo en el espacio a qué temerle...
Se dice que un día visitó a su ya enfermo padre. Jardel llegó con una serie de regalos de distintos planetas: piedras preciosas, diamantes finamente cortados, oráculos bellamente adornados, pieles preciosas y demás recuerdos que hicieran sentir a su padre que seguía vivo. Gradel incorporándose sonrió a su hijo y agradeció cada uno de los detalles. Viendo entonces a su hijo a los ojos le preguntó qué le agobiaba. Nada se escapaba de los ojos del anciano padre de Jardel.
-¿Es que acaso no hay algún ser tan terrible que me obligue a ser valiente y enfrentarlo?-
Gradel desviaba la mirada de los ojos de su joven hijo. Por un momento miró al piso para posteriormente voltear a la ventana y suspirar. El hermoso sol se ocultaba poco a poco entregando sus últimos rayos de luz a los enormes edificios de la ciudad. Jardel se sentó en una silla esperando entonces alguna respuesta de su padre, cuando éste sacó un papel que guardaba en un cajón de la mesa de al lado; entonces volvió a mirar a su hijo a los ojos.
-Hace años, cuando viajaba de la luna de Mor a Yal, alguien me regaló éste mapa. Primero me preguntó si era valiente, si era aventurero y si estaba dispuesto a viajar a un lugar lejano. Le respondí que sí y me entregó este mapa.-
Con esto Gradel le entregó a su hijo el mapa que hacía años le habían regalado. Al momento de dárselo le fue explicando a su hijo, que el hombre que le entregó aquello le advirtió que el planeta al que llevaba era un lugar terrible, donde los de la especie dominante se mataban entre sí, entre todos ellos existía un odio total, donde el planeta entero vivía en guerras constantes, donde reinaba una especie tan terrible que había sido mejor ignorar y mantener en secreto. Jardel guardó ese mapa y entendió que tomar el riesgo sería lo que estaba buscando desde hacía ya bastante tiempo. Agradeció a su padre el regalo y se despidió de él cuando ya la luz de la luna caía sobre la ciudad.
Continúa...
Atte.
Enrique Figueroa Anaya
Productor Kiosko
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